
Xilografía, colografia, chine-collé
180 x 120 cm
Papel Arches 320 gr/m2
Para mayor información respecto a los precios contáctanos.
Este autorretrato evoca, mediante una doble presencia, un conflicto dual: emocional e identitario.
La cara del personaje, pequeña, apacible, aparece con los ojos cerrados en actitud introspectiva. Su expresión se complementa con la imagen de una flor en la garganta, símbolo del canto y la belleza de la palabra; el personaje medita, tiene los labios cerrados pero el poder del lenguaje, de la expresión, está presente en él. Sus orejeras representan símbolos de distinción que, como en las culturas precolombinas, trascienden lo estético para delimitar lo social. El torso aparece cubierto por una textura que evoca las telas de una momificación o una camisa de fuerza, en todo caso una atadura, que impide el movimiento corporal.
Sobre su cabeza emerge otro enorme rostro a la manera de un tocado y evocando evidentes signos demoniacos. Se trata de un homenaje a la máscara, al utensilio que nos permite ser otro. De tamaño y expresión opuesta al rostro del personaje –ojos abiertos e incandescentes, mirada turbia, lengua bífida– esa enorme máscara se alza imponente sobre la persona. Sus formas y texturas rinden tributo a la antigua tradición de los pueblos de México de fabricar y portar máscaras de madera. La manufactura de máscaras es un oficio que comparte con la xilografía la herramienta manual de corte, sea con formón o con gubia el artista desbasta y da forma y significado a un trozo de madera.
Esta pieza reivindica gráficamente el doble significado del término griego “prósopon”, que en la Antigüedad designaba tanto la máscara teatral como al individuo detrás de ella; las palabras persona y personalidad abrevan de este término. Una dualidad que este Autorretrato representa en la interacción entre rostro y máscara, entre ellos hay una relación de poder que invita al espectador a explorar, dentro de la pieza y dentro de sí mismo. Autorretrato se inscribe en la tradición de representaciones animal-hombre que, durante milenios, dominaron las ideas religiosas de los egipcios y poblaron las representaciones de culturas tan antiguas como inconexas. El pensador Elias Canetti nos lo recuerda en Masa y poder: «La diosa Sekhmet es una mujer con la cabeza de una leona, Anubis un hombre con la cabeza de un chacal, Thot un hombre con la de un ibis. La diosa Hathor tiene la cabeza de una vaca, el dios Horus la de un halcón (…) pero ya mucho antes las dobles configuraciones de animales-hombres eran comunes y corrientes entre incontables pueblos de la tierra sin relación alguna entre sí».
Este Autorretrato, con su descubierto rostro meditativo y su enorme máscara no puesta, con su mezcla de humano y de animal, refiere a potencias primarias, a una naturaleza profunda no enmascarada. Aquí, rostro y máscara nada ocultan, se muestran desprovistos de hipocresía.
Axel Juárez